23 julio 2006

DISMINUIR EL PASO, CAMBIAR EL RUMBO








Hace algunos años, en las olimpíadas para minusválidos de Seattle, también llamadas Paraolimpíadas, nueve participantes, todos con deficiencia mental o física, se alinearon para la salida de la carrera de los cien metros llanos. A la señal, todos partieron no exactamente disparados, pero con deseos de dar lo mejor de sí, terminar la carrera y ganar el premio. Todos, excepto un muchacho que tropezó en el piso, cayó rodando y comenzó a llorar. Los otros ocho escucharon el llanto, disminuyeron el paso y miraron hacia atrás. Viendo al muchacho en el suelo, se detuvieron y volvieron. Todos!!! Una de las muchachas, con Síndrome de Down, se arrodilló le dio un beso al muchacho y le dijo: Listo, ahora vas a sanar. Y todos, los nueve competidores entrelazaron los brazos y caminaron juntos hasta la línea de llegada. El estadio entero se puso de pie y no había un sólo par de ojos secos. Los aplausos duraron largos minutos, las personas que estaban allí aquel día, repiten esa historia hasta hoy. ¿Por qué? Porque en el fondo, todos sabemos que lo que importa en esta vida, más que ganar, sólo es ayudar a los demás a vencer, aunque ello signifique disminuir el paso y cambiar el rumbo.